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Historia

Texto completo y la portada del libro «Colegio de Médicos, Boticarios y Cirujanos de Teruel» de José María de Jaime Lorén

En el siglo XIX los farmacéuticos aragoneses se asociaron, bajo distintas fórmulas de agrupación, dando lugar a instituciones que sucedieron a los antiguos colegios de boticarios.

A instancias de la Asociación Médico-Farmacéutica de Ejea de los Caballeros, y de las corporaciones profesionales de Madrid y Valencia, se aprobó en 1898 un real decreto que establecía la creación de colegios de farmacéuticos en las capitales de provincia.

En Teruel fueron los farmacéuticos rurales los que lograron establecer definitivamente en 1899 el Colegio Oficial de Farmacéuticos de la Provincia de Teruel, siendo su primer presidente Simeón Castañar, entusiasta colaborador de la obra de Loscos y miembro de una prestigiosa familia de farmacéuticos del Bajo Aragón cuyas descendientes ejercen actualmente la profesión en Zaragoza. Los farmacéuticos turolenses destacaron en el cultivo de las ciencias naturales y estuvieron presentes en los escasos intentos serios que se llevaron a cabo para elevar el nivel cultural y social de la provincia; fue notorio el apoyo prestado a la gran obra de Domingo Gascón y Guimbao. Las opiniones de los farmacéuticos turolenses se plasmaron a finales del siglo XIX y comienzos del XX en revistas tanto profesionales (caso de la Reforma), como en las de carácter general Revista del Turia y El Turolense, ambas dirigidas por el farmacéutico Pascual Adán.

El Colegio de Teruel tiene su antecedente en el Colegio de Médicos, Cirujanos y Boticarios de Teruel que, tras el privilegio concedido por Felipe III en 1635, solicitó real aprobación en 1764, con informe favorable del Ayuntamiento y la oposición del obispo de Teruel quien intervino sin éxito en contra de la agrupación de sanitarios.